MARILYN BALLESTEROS, LA DIPUTADA QUE CONFUNDIÓ LEGISLAR CON REPARTIR LÁMINAS
- MartÍn Campos
- 11 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 12 ago

Han pasado más de nueve meses desde que Marilyn Ballesteros García llegó a la Cámara de Diputados. Y si usted, estimado lector todavía no sabe qué ha hecho allá, no se preocupe: ella tampoco parece saberlo.
Desde el primero de septiembre de 2024, lo suyo no ha sido legislar. Lo suyo ha sido posar. Recorrer comunidades, tomarse fotos repartiendo calentadores solares y subirlas a redes sociales como si eso fuera una hazaña parlamentaria. No, eso no es legislar. Eso es hacer clientelismo con recursos públicos y disfrazarlo de cercanía popular.
La diputada por el distrito 03 ha convertido su curul en un puesto de relaciones públicas. Su gran “gestión legislativa” -y lo digo con ironía- se reduce a un punto de acuerdo sobre turismo y a coordinar foros que nunca llegaron a dictámenes aprobados. Ni una sola ley propia aprobada. Cero. Nada.
Pero eso sí: presume sillas de ruedas y árboles frutales como si estuviera dirigiendo el DIF municipal, no una de las comisiones más importantes del Congreso: la de Educación. Una vergüenza.
¿En qué momento normalizamos que un diputado se limite a gestionar subsidios como si fuera intermediario de una ferretería estatal? Su obligación es proponer leyes, defender presupuesto, reformar estructuras, no entregar láminas y esperar aplausos.
Ballesteros García ha confundido cercanía con eficacia. Cree que saludar con sonrisas a la gente que visita sustituye la responsabilidad constitucional que juró cumplir. No. Eso es populismo de bajo costo.
Y ojo: no se trata de un problema individual. Ella es el síntoma de una legislatura mediocre, en la que el 97 % de las iniciativas acaban en la congeladora. Pero cuando tú no aportas nada nuevo, no impulsas una reforma, no cambias una sola coma del sistema, entonces dejas de ser parte del problema… y te conviertes en la indiferencia encarnada.
Hay diputados que, con mucho menos reflector, han hecho mucho más. Marilyn Ballesteros tuvo las comisiones, el respaldo del partido, los reflectores regionales. ¿Y qué hizo con todo eso? Lo malgastó en gestos vacíos.
En resumen: tenemos a una diputada que fue elegida para transformar, pero prefirió conformarse con asistir. Y eso, en política, es el peor de los pecados.




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